Peleas entre hermanos
Una madre aprendió, gracias al asesoramiento, a reconocer las necesidades de sus hijos y, mediante estrategias como dedicarles tiempo individualmente y mostrarse comedida en los conflictos, a mejorar el ambiente familiar y reducir las discusiones.
Situación inicial: Campo de batalla
Una madre con tres hijos de 2, 5 y 6 años estaba angustiada por la forma en que los niños se relacionaban entre sí. Ninguna comida podía transcurrir en paz, sin que alguien fuera expulsado de la mesa o la cocina pareciera un campo de batalla. Jugar juntos acababa en lágrimas en poco tiempo. Los conflictos tenían lugar entre todos los hermanos y uno de ellos siempre sabía que había sido inocente o agresor.
Comprender los conflictos y resolverlos con cariño
Juntos, analicemos, reflexionemos y comprendamos la dinámica de los conflictos.
En el asesoramiento, primero averiguamos cómo solían reaccionar los padres ante la pelea. Para comprender mejor sus propias reacciones, también averiguamos qué implicaban las discusiones para los padres, tanto a nivel emocional como en cuanto a la situación. Por ejemplo, el hecho de que las excursiones no salieran bien o de que se arruinaran los buenos momentos. Profundizamos en la comprensión de los motivos de los niños: ¿Qué gana cada niño con esta discusión? Para ilustrar la dinámica, utilizamos ejemplos de la vida cotidiana.
Identificar las necesidades individuales y prevenir conflictos
Desarrollamos estrategias para dar a cada niño lo que realmente necesita.
A continuación, buscamos estrategias para que cada niño obtenga lo que necesita sin provocar una discusión. Por ejemplo, se dedicaba tiempo en pareja para un niño que necesitaba atención y tiempo, tiempo de entrenamiento para otro que quería probar muchas cosas por su cuenta y a menudo le molestaban los hermanos, y más responsabilidad para un niño que no se sentía realmente en su sitio.
Dejar que los niños encuentren sus propias soluciones
Cómo los padres aprenden a mantenerse al margen y animar a los niños a resolver sus conflictos.
Aparte de las estrategias alentadoras, los padres empezaron a mantenerse sistemáticamente al margen de las discusiones de los niños y a animarles a encontrar soluciones.
Conclusión: niños más fuertes, más tranquilidad en el día a día.
Los conflictos se redujeron masivamente cuando los niños aprendieron que ya no podían conseguir la atención de los padres. También adquirieron más confianza para encontrar soluciones a los conflictos por sí mismos. El clima familiar mejoró.